jueves, 7 de junio de 2007

NO ESTOY HECHO PARA SER AMADO - Jueves 31 Mayo 2007

Dirección: Stéphane Brizé.
País: Francia.
Año: 2005.
Duración: 93 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Patrick Chesnais (Jean-Claude Delsart), Anne Consigny (Françoise), Georges Wilson (Sr. Delsart), Lionel Abelanski (Thierry), Cyril Couton (Jean-Yves Delsart), Geneviève Mnich (Sra. Rubion), Hélène Alexandridis (Hermana de Françoise), Anne Benoît (Hélène), Olivier Claverie (Ligón), Marie-Sohna Condé (Rose Diakité).
Guión: Stéphane Brizé y Juliette Sales.
Producción: Miléna Poylo y Gilles Sacuto.
Música: Christoph H. Müller y Eduardo Makaroff.
Fotografía: Claude Garnier.
Montaje: Anne Klotz.
Dirección artística: Valérie Saradjian.
Vestuario: Ann Dunsford.
Estreno en Francia: 12 Octubre 2005.
Estreno en España: 16 Junio 2006.

SINOPSIS:
Jean-Claude Delsart, agente judicial de 50 años, está resignado desde hace mucho tiempo a una vida sin alicientes. Hasta que un día decide aprender a bailar el tango en una academia situada frente a su casa.Apunta su director, Stéphane Brizé, que "Esta película partió del simple deseo de observar a un hombre absolutamente incapaz de expresar o de recibir la menor emoción en un momento de fragilidad de su vida. A los cincuenta años, Jean-Claude percibe de forma inconsciente que tiene la última oportunidad de construir afectivamente alguna cosa. Él, como otros personajes de la película, se encuentra ante una elección, una elección que va a comprometer su vida a partir de ese momento y que va a ocasionar felicidad o bien amargura y arrepentimiento".

EL TANGO QUE ESCUECE por Alfredo Mozas:
Últimamente, y lo dice alguien que no acude al cine lo suficiente como para estar seguro de ello, desde Francia nos llegan películas bastante peculiares, de personajes que no responden al canon de belleza al uso, de situaciones que están el otro extremo de la escala del cine de acción, de escenarios y localizaciones que no son ni el salvaje oeste, ni las grandes urbes norteamericanas, ni los paisajes exóticos de las películas de aventuras, y a pesar de todo ello uno va, entra al cine, y sale tan a gusto, encantado de lo que ha visto. Es de agradecer este esfuerzo por encontrar historias marginales de personajes anodinos que se mezclan en una trama simple y terminan por engendrar una historia entretenida, con imágenes repletas de matices, unas veces interpretativos y otras argumentales, que llevan al espectador a lugares poco frecuentados por el cine moderno. Y así, hoy, nos encontramos con esta producción que habla de las dificultades del amor en el título y que confecciona la banda con retales de tangos conocidos y por conocer. ¿Será ésta una película de contrastes? Bueno, tal vez. Es una manera de verlo. Los personajes, uno soltero, la otra casada; uno aburrido, la otra chispeante. La belleza de ella y la madurez de él. La pasión que se destila de cada nota de la música de tango que acompaña a las imágenes y la sordidez de un trabajo rutinario y exasperante de agente judicial. Es otra muestra de cine francés que, delicadamente, retrata sentimientos sutiles. En esta ocasión, en lugar de hacer uso de la comedia para decorar una historia de soledades como ocurría en la primera película de este trimestre, echa mano de la música y del baile, del tango que escuece allá por donde pasa, con el exceso de seducción y cortejo que rebosa en cada pieza que bailan juntos los protagonistas, sin coreografías exageradas y sin la seguridad de saber quién seduce a quién, quién conquista a quién. Y además, el marido, poco menos que un trampolín para Fanfán, el empleado del señor Delsart, tan necesario como el punto sobre la i, y su ama de llaves, fiel a su personaje y tan oportuna para devolver algo de esperanza a una historia sencilla que es fácil de continuar y que, sin embargo, ni aburre, ni resulta predecible. Añadiría que si personajes llenos de energía, que si afán compartido para aspirar a algo más, que si el director desenrolla un precioso tapiz hilando fino en los detalles; podría hasta decir que el tango, que lo impregna todo en la película, puede resultar como metáfora de la seducción algo un poco manido y usado, pero me callaré. Casi mejor esperar a que se apaguen las luces y comenzar a verla.

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